¿Sabes como proteger tu corazón?
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¿Sabes como proteger tu corazón?

¿Sabes como proteger tu corazón?

Septiembre 28, 2020

Epidemiología de las enfermedades cardiovasculares

Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la primera causa de muerte en el mundo, por delante incluso del cáncer y de las enfermedades respiratorias. En 2015 - último año del que se han publicado datos - murieron 17,7 millones de personas por enfermedades cardiovasculares (ECV), lo que representa un 31% de todas las muertes registradas en el mundo.

Desde el año 2000 todos los 29 de Septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, con el objetivo de concienciar a la población sobre estas enfermedades, promover cambios en los estilos de vida que ayuden a prevenirlas, así como establecer estrategias para un diagnóstico temprano y su correcto tratamiento.

Este año es más importante aún, ya que como dice la Fundación Española del Corazón:

“En los tiempos de la COVID-19, los pacientes con enfermedad cardiovascular se enfrentan a una doble amenaza. No solo están expuestos a un mayor riesgo pudiendo desarrollar formas más graves del COVID-19, sino que también es posible que descuiden la atención médica que requiere su corazón por temor a acudir a un centro donde se pueda producir el contagio”

Qué son las enfermedades cardiovasculares

El concepto de ECV engloba a un conjunto de enfermedades que están relacionadas con el corazón o los vasos sanguíneos. De todas ellas, los accidentes isquémicos, tanto cardiacos como cerebrales, son los más comunes y las principales causas de defunción. La isquemia consiste en una obstrucción parcial o total del paso de la sangre a través de un vaso sanguíneo en una determinada zona de un órgano, generando un sufrimiento y muerte celular por falta de oxígeno y nutrientes.

Estas enfermedades se pueden prevenir de forma significativa si se conocen y se controlan los factores de riesgo que pueden contribuir a su aparición. La World Heart Federation estima que con pequeños cambios en nuestro estilo de vida, en 2025 podríamos haber reducido en un 25% las muertes prematuras causadas por ECV.

Además de las enfermedades cardiovasculares, existen otras enfermedades cardiacas que pueden afectar a distintas estructuras del corazón, como son el propio músculo cardiaco (miocardiopatías), las válvulas (valvulopatías) o el sistema eléctrico (arritmias), y que no tienen relación propiamente dicha con los vasos sanguíneos.

Factores de riesgo cardiovascular

Diversos estudios han establecido una relación directa entre determinados factores, como la hipertensión y la hipercolesterolemia entre otros, en el desarrollo de la enfermedad aterosclerótica y el aumento del riesgo cardiovascular. Desde un punto de vista práctico, los factores de riesgo cardiovascular (FRCV) se pueden agrupar en dos categorías: uno, los que pueden modificarse con los hábitos de vida o la medicación, y dos, los que no pueden modificarse.

Los FRCV no modificables son los siguientes:

  • Edad: a partir de los 45 años para hombres y de los 55 años para mujeres.

  • Sexo: en los hombres el riesgo es mayor que en las mujeres, pero tras la menopausia el riesgo se iguala por la perdida del efecto protector de las hormonas (estrógenos)

  • Antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares

  • Antecedentes personales de enfermedades cardiovasculares

Pero existen otros factores de riesgo cardiovascular que sí que se pueden modificar en ocasiones solamente implementando nuevos hábitos de vida. Estos factores que podemos mejorar son los siguientes: hipertensión arterial, dislipemia, obesidad, diabetes mellitus, tabaquismo y sedentarismo.

Hipertensión arterial

Es uno de los principales FRCV y en muchas ocasiones puede pasar desapercibido si no se hacen controles rutinarios de la tensión arterial. Consiste en niveles de presión arterial alta de forma continua o sostenida y se define por cifras superiores a 139 mmHg de presión sistólica y/o 89 mmHg de presión diastólica.

La hipertensión arterial aumenta el riesgo cardiovascular por varios motivos: por un lado, aumenta la resistencia al flujo sanguíneo y por tanto el corazón tiene que hacer un sobreesfuerzo para bombear la sangre, generando cambios en la estructura y función del corazón. Por otro lado, produce daños en la pared arterial favoreciendo la formación de placas de ateroma y fenómenos de trombosis. Las placas de ateroma o aterosclerosis, consisten en acúmulos de colesterol en las paredes de las arterias. Estas placas pueden estrechar el paso de la sangre a través de la arteria, o pueden romperse, generando un trombo que puede ocluir el vaso en su totalidad o puede desplazarse hacia otras zonas.

Dislipemia

Las dislipemias son alteraciones en los niveles y el metabolismo de los lípidos, incluyendo el colesterol total y sus fracciones (LDL y HDL), y los triglicéridos. Las dislipemias se encuentran entre los FRCV más firmemente relacionados con el riesgo de aterosclerosis y ECV.

El colesterol es una grasa importante para la síntesis de vitaminas y hormonas y se transporta en la sangre unida a unas lipoproteínas. La lipoproteína HDL o “colesterol bueno” se encarga de recoger el colesterol de las células y de la pared arterial y devolverlo al hígado para ser reciclado. La lipoproteína LDL, por el contrario, se conoce como “colesterol malo” ya que contiene mucho más colesterol que va depositando en los tejidos y por lo tanto tiene mayor poder aterogénico.

Los niveles de colesterol recomendados para personas sanas se muestran en la tabla de debajo, pero hay que tener en cuenta que para personas con factores de riesgo o enfermedades cardiovasculares ya establecidas los valores pueden variar.

La dislipemia no produce síntomas hasta que desencadena otras enfermedades graves e irreversibles, por lo que realizar una analítica sanguínea para valorar el perfil lipídico de manera periódica es fundamental. Aunque los niveles de colesterol total, los triglicéridos y el colesterol LDL y HDL son buenos predictores del RCV, existen otros marcadores como las apolipoproteínas Apo A y Apo B que también se correlacionan de manera muy precisa con el riesgo cardiovascular y amplían valiosamente la información de nuestro perfil lipídico y que incluimos en nuestro Perfil Plus.

Obesidad

Se considera que una persona tiene sobrepeso cuando su Índice de Masa Corporal (IMC) es superior a 25 y que es obesa cuando su IMC es superior a 30. Además del IMC, el perímetro abdominal es otro factor que controlar ya que las personas con obesidad central (perímetro mayor a 102 cm en hombres y 87 cm en mujeres) tienen mayor riesgo de sufrir ECV que los que tienen obesidad periférica (su grasa está más distribuida por las extremidades y es subcutánea, no visceral).

El aumento del riesgo cardiovascular en las personas obesas se debe a cambios fisiológicos que afectan al sistema cardiovascular, como la resistencia a la insulina, la inflamación sistémica crónica, la hipertensión arterial, la dislipemia y la disfunción endotelial. Todo estos cambios generan un mayor riesgo de sufrir aterosclerosis, trombosis y otras ECV. Una pérdida pequeña de peso puede disminuir este riesgo y producir efectos muy beneficiosos en nuestro organismo.

Diabetes

La diabetes provoca niveles elevados de glucosa en sangre ya sea porque el páncreas no produce suficiente insulina o porque las células del cuerpo se han vuelto resistentes y no responden a ésta. Estos cambios en la concentración de glucosa, se pueden producir:

  • De manera puntual (se mide con la glucemia en sangre)

  • Mantenida: produciendo cambios en la estructura de la hemoglobina que nos permite estimar el control glucémico durante meses (cuantificando el % de hemoglobina glicosilada)

La insulina es la “llave” que permite que la glucosa entre en las células y no se acumule en exceso en la sangre; los estadios iniciales de la diabetes o “pre-diabetes” no producen síntomas y la secreción elevada de insulina puede ser la única alteración observada. Para evidenciar esta alteración, determinar los niveles de péptido C (hormona que se secreta junto con la insulina) con una analítica sanguínea es esencial.

La hiperglucemia sostenida daña de manera progresiva los vasos y propicia la aterosclerosis de manera que el riesgo cardiovascular en diabéticos es de 3 a 5 veces mayor que en personas sanas, siendo este riesgo mayor en mujeres.

Además, los pacientes con diabetes mellitus tipo 2 suelen tener otros FRCV asociados como obesidad, dislipidemias e hipertensión arterial, conformando el llamado síndrome metabólico. Estas personas deben controlar más exhaustivamente sus niveles de colesterol y de tensión arterial. Los objetivos para el perfil lipídico y la tensión arterial son más estrictos que para la población sana.

Tabaquismo

Los fumadores tienen tres veces más riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular que el resto de la población. Hay dos componentes presentes en el tabaco que aumentan el riesgo de sufrir infarto de miocardio y otras ECV:

  • La nicotina desencadena la liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina) que producen daño en la pared interna de las arterias (endotelio), aumenta el tono coronario con espasmo, produce alteraciones de la coagulación, incrementa los niveles de LDL (colesterol malo) y reduce los de HDL (colesterol bueno).

  • El monóxido de carbono disminuye el aporte de oxígeno al miocardio y aumenta el colesterol y la agregabilidad plaquetaria (su capacidad de unirse y formar coágulos).

Según la OMS, los efectos beneficiosos que se producen sobre la salud tras abandonar el tabaco:

Sedentarismo

El sedentarismo, que consiste en la falta de actividad física, es uno de los principales FRCV. Además de debilitar nuestro sistema cardiovascular, el sedentarismo también propicia la aparición de otras enfermedades como la hipertensión, la hipercolesterolemia y la diabetes.

Con el fin de mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares, la salud ósea, prevenir el deterioro cognitivo y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles (como las ECV), la OMS recomienda realizar como mínimo los siguientes minutos de actividad física:

Ejemplos de actividad física:

  • Actividad física moderada: caminar a paso rápido, bailar, jardinería, tareas domésticas (limpieza, pintar, etc), juegos y deportes con niños, desplazamientos de cargas moderadas (<20 kg), paseos suaves en bicicleta, etc

  • Actividad física intensa: footing, ascender a paso rápido o trepar por una ladera, paseos rápidos en bicicleta, natación rápida, deportes intensos (fútbol, baloncesto, tenis, etc), desplazamiento de cargas pesadas (> 20 kg), trabajo intenso con pala o excavación de zanjas, aerobic, cross-fit, etc.

Consejos para cuidar nuestro corazón

Alimentación

Las recomendaciones para mantener una buena salud cardiovascular y disminuir el riesgo de padecer aterosclerosis y cardiopatías coronarias (como el infarto de miocardio o la angina de pecho) son las siguientes:

  • Menos grasas saturadas y más poli y monoinsaturadas

Las grasas saturadas están presentes principalmente en alimentos de origen animal (como la carne o los lácteos), aunque también en algunos vegetales (como el aceite de coco o la manteca de cacao). Una dieta alta en grasas saturadas aumenta los niveles de colesterol aumentando el riesgo de tener placas de ateroma. No significa que debamos de evitarlas por completo, pero deberían representar menos del 10% de nuestras calorías totales.

Por el contrario, una sustitución de las grasas saturadas por grasas poli y monoinsaturadas disminuye el colesterol LDL y disminuye el RCV. Además de la mejora de nuestro perfil lipídico, estos ácidos grasos pueden disminuir nuestro RCV por otros mecanismos como la modulación metabólica, su efecto antiinflamatorio o la disminución de la tensión arterial. La principal grasa monoinsaturada es el ácido oléico (omega 9) que podemos encontrar en el aceite de oliva, el aguacate, aceite de girasol alto-oléico, los cacahuetes, el sésamo y otros frutos secos y semillas.

Los ácidos grasos poliinsaturados (omega-3 u omega-6) se pueden encontrar en frutos secos y aceites vegetales de lino, soja o canola y en pescados azules como el salmón, las sardinas, el atún, las anchoas o la caballa, (omega-3); y en en aceites vegetales como de maíz, de onagra y de girasol, frutos secos y también alimentos animales como la yema de huevo (omega-6).

  • Evitar las grasas trans

Las grasas trans o parcialmente hidrogenadas aumentan el colesterol LDL y disminuyen el colesterol HDL. Una ingesta elevada de este tipo de grasas aumenta considerablemente el riesgo de sufrir enfermedades del corazón y metabólicas. Se encuentran en alimentos preparados y procesados industrialmente como en bollería industrial, helados, pizzas, canelones, productos fritos, pasteles, tartas, etc.

  • Menos carbohidratos simples y más carbohidratos complejos y fibra

Una dieta con un índice glucémico alto aumenta el riesgo de sufrir ECV (además de enfermedades metabólicas como la obesidad o la diabetes). El índice glucémico es una medida de la velocidad con la que un alimento puede elevar el nivel de azúcar en la sangre. Los azúcares y los carbohidratos refinados (harinas no integrales) tiene un índice glucémico alto, mientras que los carbohidratos complejos (cereales integrales y legumbres principalmente) no solo tienen un índice glucémico más bajo si no que además aportan fibra, vitaminas y otros minerales. Sustituir en nuestra dieta las harinas refinadas por cereales integrales puede disminuir nuestro riesgo de padecer ECV.

¿Ejercicio aeróbico o anaeróbico?

Aunque todo ejercicio físico, realizado correctamente puede proporcionar beneficios para la salud, los efectos en el organismo pueden ser diferentes. Entonces, ¿Cuál es más beneficioso para nuestra salud?

El ejercicio físico de tipo aeróbico o dinámico, que produce un aumento del gasto cardiaco, de la ventilación pulmonar y de la utilización de oxígeno por las fibras musculares tiene más beneficios para nuestra salud cardiovascular que los ejercicios de fuerza estáticos o anaeróbicos. Ejemplos clásicos de ejercicios predominantemente aeróbicos son correr, nadar y montar en bicicleta, pero la gran mayoría deportes tienen un alto componente aeróbico como el fútbol, el baloncesto, boxing, crossfit, etc. Además, este tipo de ejercicios contribuye al control de los FRCV al disminuir las cifras de presión arterial, los niveles de colesterol y de glucosa en sangre y tener un efecto antitrombótico.

Controla el estrés

El estrés es una respuesta psicológica y fisiológica del organismo para adaptarnos a situaciones exigentes o desafiantes. Aunque el estrés es una respuesta natural, conlleva una tensión y un cansancio emocional que si se mantiene en el tiempo puede tener efectos perjudiciales sobre nuestra salud.

El estrés es un FRCV indirecto al aumentar la probabilidad de sufrir enfermedades como la obesidad, la diabetes, el tabaquismo o el sedentarismo. Sin embargo, varios estudios han observado que el estrés si es un desencadenante de accidentes cardiovasculares en personas con un alto riesgo o que hayan sufrido algún evento antes. Por ejemplo, se ha demostrado que existe un aumento del riesgo de infarto agudo de miocardio (doble de lo normal) durante las dos horas siguientes a un episodio significativo de alteración emocional.

Para controlar el estrés es importante aprender a identificarlo y además de seguir las adecuadas estrategias psicológicas que puede proporcionarte un profesional, también puede ayudar realizar actividad física de manera frecuente y seguir unos buenos hábitos de higiene del sueño.

Autores: Paula Beltrán Correas (cardióloga y colaboradora de Melio) e Íñigo Uriarte Ruiz (farmacéutico, biotecnólogo y colaborador de Melio)

Referencias

Arrieta, F. et al. Diabetes mellitus and cardiovascular risk: Working group recommendations of Diabetes and Cardiovascular Disease of the Spanish Society of Diabetes (SED, 2015). in Atencion Primaria 48, 325–336 (Elsevier Doyma, 2016).

Diabetes y riesgo cardiovascular. Medicina de Familia. SEMERGEN. Vol. 30. Núm. S1. páginas 36-38 (Octubre 2004) https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-familia-semergen-40-articulo-diabetes-riesgo-cardiovascular-13066285

El estrés en la enfermedad cardiovascular. https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=92705

Bryce Moncloa, A., Alegría Valdivia, E. & San Martin San Martin, M. G. Obesidad y riesgo de enfermedad cardiovascular. An. la Fac. Med. 78, 97 (2017).

Temple, N. J. Fat, sugar, whole grains and heart disease: 50 years of confusion. Nutrients 10, (2018).

Factores de riesgo - Fundación Española del Corazón. Available at: https://fundaciondelcorazon.com/prevencion/riesgo-cardiovascular.html. (Accessed: 23rd September 2020)