La historia de Rocio. "Melio realmente consiguió cambiar mi vida"
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La historia de Rocio. "Melio realmente consiguió cambiar mi vida"

La historia de Rocio. "Melio realmente consiguió cambiar mi vida"

Diciembre 30, 2020

Los análisis de sangre me proporcionaron las respuestas que necesitaba para volver a encauzar mi vida

La fatiga se convirtió en un gran problema para mí hace unos 2 años. Me sentía completamente exhausta todo el tiempo, incluso después de dormir durante horas, me dolían los músculos y mi cuerpo estaba como sin vida, lento.

Las muchas visitas a médicos para tratar de averiguar la causa de mi fatiga continua solían terminar enviándome a casa diciéndome que me mantuviera hidratada, que tratara de dormir 8 horas y que estuviera activa. Me sentía estúpida y notaba como si les molestara que les hubiera pedido cita para eso. La sensación de sentirme tonta se convirtió en ira cuando el médico al final me dijo que creía que todo estaba en mi cabeza y que tenía un problema psicológico. Salí de la consulta llorando. No siempre había sido así. Antes de que la fatiga se convirtiera en un problema real, era una madre activa con 2 hijos adolescentes, que participaba en la comunidad y que viajaba mucho con mi marido, con el que me casé hace 20 años. Quería recuperar esa vida, y quería la energía para sacar provecho a mi futuro. Ahora dependía de mí descubrir qué es lo que estaba mal.

Ahora dependía de mí descubrir qué es lo que estaba mal

Hasta 2017, era una corredora entusiasta (aunque no muy rápida) que acababa de empezar con clases de tenis como excusa para relacionarme con mis hijos adolescentes. Nuestra vida social era frenética y, aunque agradable, fue en ese momento donde empezaron a aparecer los problemas. A menudo me escabullía para tumbarme durante una cena con invitados, a veces quedándome sin energía para volver a la fiesta y luego discutir con mi marido.

Lo siguiente que abandoné fueron las clases de tenis, una de las pocas ocasiones que teníamos los niños y yo de pasar tiempo juntos. Las carreras que conseguía realizar se hacían más y más infrecuentes, y la satisfacción al correr cada vez era más escasa.

Traté de ignorar la debilidad muscular, la ansiedad y el cansancio. Puede que fueran signos de estrés, así que me lo tomé con calma durante unos meses, centrándome en serio en dormir más, reducir la ingesta de alcohol y cuidarme. La fatiga continuó a pesar del descanso. Cuando los niños volvieron al colegio pedí cita de nuevo con el médico. Coincidió con la visita que me sentía decaída y que tenía un dolor de garganta inusual junto a dolores en las articulaciones. Con estos síntomas más concretos, el médico se lo tomó con más seriedad, pero ignoró prácticamente mi historial anterior. Un diagnóstico de infección viral y unos medicamentos para hacerme estar más “cómoda” fue todo. Sentí que había perdido la oportunidad de haber profundizado más en un problema que venía de lejos.

Conforme pasaron los meses el virus desapareció, pero la fatiga permaneció. Me obligué a ir al menos a algunas sesiones de tenis y a 2 o 3 fiestas sin escaquearme. Sin embargo, el castigo por forzar mi cuerpo era una fatiga aún mayor.

Este problema también afectó a otros aspectos de mi vida. En el trabajo, ya no me sentía parte del equipo en lo relativo a la creatividad y las ideas. Sí, podía seguir superando las partes más rutinarias del puesto, pero donde antes había destacado y era la persona a la que acudir, gracias a mis ideas e inventiva, ahora ya no contribuía y eso se reflejaba en las invitaciones de trabajo dentro de mi calendario. Todavía faltaban muchos años para mi jubilación, pero me sentía como si ya estuviera en el camino de salida.

Mi vida estaba cambiando rápidamente y no en la dirección correcta. La última cita con el doctor me dejó llorando camino a casa, pero afortunadamente me obligué a encontrar la manera de obtener la ayuda que necesitaba. Había algo que estaba mal en el interior de mi cuerpo, y no podía resignarme a rendirme. Algunos de los primeros médicos a los que acudí me hicieron algunos análisis de sangre, pero no fueron nada completos. Necesitaba alguna prueba sólida para recibir la ayuda que necesitaba.

Necesitaba alguna prueba sólida para recibir la ayuda que necesitaba

La solución del problema comenzó con internet. Empecé perdida, investigando los síntomas y buscando especialistas, pero no tenía ni idea de qué tipo era con el que tenía que hablar. Llegó un momento en el que incluso consideré utilizar una empresa de consultas médicas online, pero realmente no me sentía cómoda si la consulta no era cara a cara con alguien que hablase mi idioma.

Después me registré en foros de pacientes donde la fatiga y el cansancio era la queja más habitual. El apoyo y consejos de otros miembros cambiaron mi vida, y como me convertí en una usuaria activa, me comentaron qué acciones concretas tenía que adoptar para conseguir la ayuda que necesitaba.

El grupo me ayudó a elaborar el listado de preguntas y a exigir el seguir una serie de pasos tangibles, pero el paso más importante comenzaba con la información que yo misma pudiera aportar, y eso comenzó con un análisis de sangre de melio.

Comenzó con un Perfil Plus de melio

La mayoría de los miembros del foro ya estaban activamente utilizando servicios de análisis de sangre tanto para ayudar al diagnóstico como para supervisar el progreso de sus propios problemas. Para mí esto fue una revelación: podía hacerme cargo y tener el control.

Podía hacerme cargo y tener el control

En 24 horas me conecté a internet, compré mi análisis de sangre, me acerqué, sin cita previa, a una clínica cercana para la extracción, completé un cuestionario digital y recibí mis resultados online con un análisis en profundidad realizado por un médico. ¡Así conseguí que me llegasen las respuestas que estaba buscando! De hecho, el médico de melio me llamó (aunque solo lo hacen en determinadas circunstancias) para decirme lo que tenía que hacer ahora y qué tenía que contarle a mi médico.

Mis resultados mostraron que mi TSH (hormonas estimulantes del tiroides), una medida que evalúa la actividad del tiroides era extremadamente alta y por tanto tenía un tiroides poco activo. Con esta información contacté con el médico de mi clínica y rápidamente me dieron cita para ver a una doctora experta.

Hoy, dos meses después, he vuelto a ser la persona que era antes (más joven) tras tomar mi medicación y aprender algunos consejos para mi vida diaria en los artículos de melio. Ahora miro hacia atrás y pienso en mi camino. Ojalá hubiera conocido melio años antes y haberme dado cuenta de que tenía algo de control. Mirando el pasado, los síntomas podían haber estado conmigo desde la treintena, pero los superaba día a día… hasta que no pude.

A menudo pienso en que hubiera podido ocuparme de este problema antes, y así hubiera evitado el lento declive hasta que conseguí escapar, afortunadamente. Cuando reflexiono sobre ello, doy las gracias por haber experimentado este camino y comprobar que melio realmente consiguió cambiar mi vida.

Melio realmente consiguió cambiar mi vida.