¿Qué es la dieta FODMAP?
FODMAP proviene de las siglas en inglés de oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables. Cuando se habla de la dieta FODMAP se hace referencia a una dieta que excluye aquellos alimentos ricos en hidratos de carbono de cadena corta fácilmente fermentables por la microbiota intestinal
La dieta FODMAP es una dieta restrictiva, en la que se deben evitar alimentos como productos lácteos (leche, yogurt, quesos blandos), legumbres, cereales (trigo, centeno, arroz integral), frutos secos y legumbres. Tampoco están permitidas las carnes procesadas, los edulcorantes (miel, ágebe, manitol, “productos light”), las salsas ni los suplementos de fibra.
Consumir alimentos ricos en FODMAP pueden contribuir a agravar los síntomas característicos de diferentes alteraciones gastrointestinales, pues estas moléculas son escasamente absorbidas por el intestino delgado y favorecen la salida de agua a la luz del intestino, lo que altera la motilidad intestinal. Además son fácilmente fermentadas por las bacterias que habitan en este órgano produciendo gases.
Por este motivo la dieta FODMAP puede ser utilizada como herramienta terapéutica en pacientes que sufren colon irritable, colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn. También se ha observado que puede ser útil en personas que presentan sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO), pues puede ayudar a controlar sus síntomas.
¿La dieta FODMAP puede ayudar a los pacientes con SIBO?
El SIBO es una enfermedad que se caracteriza por la presencia de bacterias en el intestino delgado en mayor cantidad de lo habitual (>103 UFC/ml) y que en condiciones normales se encuentran en el colon (fundamentalmente Escherichia coli, Klebsiella spp y Aeromonas).
En nuestro aparato digestivo, especialmente en el colon habitan miles de millones (se estima que 1014) de bacterias que conviven con nosotros y tienen muchos efectos beneficiosos, por ejemplo nos protegen de la colonización por otras bacterias patógenas, mantienen la integridad del epitelio intestinal, sintetizan micronutrientes como la vitamina K y el ácido fólico y participan en el metabolismo de medicamentos y toxinas.
Sin embargo, los beneficios que estos microorganismos nos ofrecen ocurren siempre y cuando haya un correcto balance entre la cantidad, el tipo de bacterias y el lugar en el que se encuentran. Cada vez son más los estudios que encuentran correlación entre alteraciones de la microbiota y una gran variedad de enfermedades de distinta etiología como síndrome de intestino irritable, Parkinson, depresión, autismo o lupus. Esto es posible porque las bacterias intestinales tienen comunicación con el sistema inmune a través del tejido linfoide intestinal y con el cerebro a través del sistema nervioso entérico.
Este aumento de las bacterias en el intestino delgado provoca un incremento de los procesos de fermentación en esta zona del aparato digestivo dando lugar a los síntomas característicos del SIBO, que generalmente son leves e inespecíficos, como distensión abdominal, flatulencias, diarrea o estreñimiento. Además este sobrecrecimiento bacteriano daña las células de la luz intestinal, los enterocitos, esto desencadena alteraciones en la fisiología del intestino y provoca otros síntomas relacionados con la malabsorción, por ejemplo déficit de las vitaminas A y D, anemia, malabsorción de grasas e hidratos de carbono y pérdida de peso.
¿Por qué ocurre el SIBO?
Las bacterias procedentes del intestino grueso pueden crecer en el interior del intestino delgado por diferentes causas:
Alteraciones en la producción de jugos gástricos (hipoclorhidria) como en la gastritis atrófica o con el tratamiento con inhibidores de la bomba de protones (ej. omeprazol, esomeprazol o pantoprazol).
Alteración del equilibrio natural bacteriano con el uso de algunos antibióticos o una alimentación inadecuada.
Alteraciones en los movimientos normales del intestino, que pueden estar causadas por enfermedades como diabetes, hipotiroidismo, enfermedad celíaca, síndrome de intestino irritable o amiloidosis; o el uso de medicamentos como opioides, anticolinérgicos o antidiarreicos.
Existencia de zonas en el intestino por donde casi no pueden pasar los alimentos durante la digestión y por tanto se favorece el crecimiento de bacterias, como es el caso de pacientes con diverticulosis y con estenosis.
Otros: Alteraciones en la composición y/o cantidad de la bilis (como en la insuficiencia pancreática o cirrosis); complicaciones tras cirugías gastrointestinales; inmunodeficiencias como el déficit de IgA o la infección por VIH.
Es en este contexto en el que seguir una dieta baja en alimentos ricos en FODMAP puede ser una herramienta terapéutica complementaria para las personas con SIBO, pues al disminuir el consumo de alimentos fermentables por las bacterias intestinales también disminuyen los síntomas y el malestar que aparece junto con esta patología. Sin embargo esta dieta no puede sustituir el tratamiento con antibióticos cuya finalidad es reducir la presencia de bacterias en el intestino.
¿Puedo seguir esta dieta por mi cuenta?
A pesar de las aplicaciones terapéuticas de la dieta FODMAP, esta dieta se caracteriza por ser muy restrictiva, por lo que seguirla estrictamente puede causar carencias nutricionales.
Por este motivo es recomendable realizar previamente un diagnóstico adecuado y consultar a un especialista para que sea él quien realice un seguimiento del paciente. El método diagnóstico más empleado es el Test de hidrógeno en aire espirado, ya que es una prueba no invasiva y de bajo coste.
Referencias
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