¿Qué es la intolerancia a la fructosa?
La fructosa es un monosacárido, un azúcar simple, que se encuentra de forma natural en gran variedad de alimentos como frutas, verduras y miel. También se utiliza en la industria alimentaria como edulcorante en productos como refrescos, golosinas y zumos de fruta.
La intolerancia a la fructosa aparece cuando el intestino delgado de una persona no puede absorber correctamente la fructosa presente en los alimentos. La fructosa que no es absorbida en el intestino delgado pasa al intestino grueso dónde termina siendo fermentada por la microbiota intestinal (bacterias) produciendo ácidos grasos de cadena corta y gases como hidrógeno, metano y dióxido de carbono. Además la presencia de fructosa en el intestino grueso aumenta la secreción de agua a la luz intestinal y esto junto con los productos de la fermentación bacteriana es lo que provoca los síntomas característicos de la intolerancia a la fructosa:
Dolor abdominal
Distensión abdominal
Hinchazón
Gases
Diarrea
No se tienen datos específicos sobre la prevalencia de la intolerancia a la fructosa, sin embargo se estima que esta intolerancia puede afectar a un 40% - 60% de la población.
Causas de la intolerancia a la fructosa
En condiciones normales, cuando ingerimos alimentos, como frutas o verduras, la fructosa que contienen llega hasta el intestino delgado donde es absorbida por las células del intestino y pasa al torrente sanguíneo a través del cual llega hasta el hígado donde es metabolizada. Los encargados de transportar la fructosa desde el interior del intestino hasta los vasos sanguíneos son unos transportadores, llamados GLUT2 y GLUT5, que están presentes en la membrana de las células del epitelio intestinal. Las personas que presentan intolerancia a la fructosa carecen de estos transportadores, por lo que la fructosa no se puede absorber, pasa al intestino grueso donde es fermentada y da lugar a los síntomas mencionados anteriormente.
Existen dos tipos de intolerancia a la fructosa, en función de su origen:
Intolerancia a fructosa primaria:
Se desarrolla a lo largo de la vida y tiene un origen genético. Consiste en una disminución de la presencia de los transportadores de fructosa, GLUT5 y GLUT2, por una menor expresión de los genes.
Intolerancia a la fructosa secundaria:
No tiene un origen genético, aparece tras una enfermedad gastrointestinal que daña, de forma transitoria o permanente, el borde en cepillo de las células de la mucosa intestinal. Algunas de las enfermedades que causan intolerancia a la fructosa secundaria son: celiaquía, gastroenteritis o las enfermedades inflamatorias intestinales.
No debemos confundir la intolerancia a la fructosa con la intolerancia hereditaria a la fructosa o fructosemia. Está provocada por una mutación en el gen de la enzima encargada de la metabolización de la fructosa en el hígado. La intolerancia hereditaria a la fructosa se suele detectar en niños pequeños cuando este azúcar se incorpora a su dieta y se manifiesta con hipoglucemia, acidosis láctica, cetosis, vómitos recurrentes y dolor abdominal, pudiendo llegar a ser mortal si no se retira la fructosa de la alimentación La fructosemia no se diagnostica con esta prueba.
¿Por qué es importante realizar esta prueba?
La fructosa es un azúcar presente en gran cantidad de alimentos, su ingesta de forma continuada y en dosis elevadas en personas con intolerancia puede generar síntomas como diarrea, flatulencias y distensión abdominal.
Esta prueba permite el diagnóstico de la intolerancia a la fructosa. Tras un resultado positivo se recomienda la reducción en la ingesta de la fructosa siguiendo una dieta con distinto grado de restricción en función de la tolerancia de cada persona, pues el objetivo es mejorar la sintomatología con la menor restricción dietética posible. De esta forma desaparecerán los síntomas a corto plazo y se evitará que aparezcan problemas de malabsorción.
En la intolerancia a la fructosa secundaria, además de restringir la fructosa en la dieta, hay que estudiar en primer lugar cuál está siendo el causante de la lesión de la mucosa intestinal y tratar también esta condición.
Resultados
El test de hidrógeno en aire espirado para la intolerancia a la fructosa detecta la presencia de determinados metabolitos de los hidratos de carbono (metano e hidrógeno) que son producidos por las bacterias en el intestino al administrar una dosis de fructosa, que son absorbidos en la circulación sistémica y son eliminados en el aire espirado.
En condiciones normales, las cantidades y proporciones de metano e hidrógeno detectadas son diferentes a las medidas si existe intolerancia a la fructosa.
Otras Consideraciones
Esta prueba está contraindicada para pacientes con intolerancia hereditaria a la fructosa. (podría poner en riesgo la vida del paciente). Si has consumido fruta anteriormente con regularidad y sin ningún tipo de problema, no presentas intolerancia hereditaria a la fructosa.
Antes de hacer tu prueba debes leer atentamente y seguir las siguientes indicaciones:
No debes de haber seguido tratamiento antibiótico las 4 semanas previas
No haber sido tratado con medicamentos procinéticos (como metoclopramida o eritromicina) o laxantes 1 semana antes del test
No tomar carbohidratos complejos (como pan, pasta o cereales con fibra) ni lácteos 12 horas antes del test (su fermentación altera los resultados del test)
Es necesario guardar ayunas de 12 horas antes del test
Evitar hacer ejercicio intenso el día de la prueba (la hiperventilación disminuye el contenido de hidrógeno en el aire espirado)
No fumar el día de la prueba (aumenta los niveles de hidrógeno y enlentece el vaciamiento gástrico)
Referencias
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Douillard, C., Jannin, A. and Vantyghem, M., 2020. Rare causes of hypoglycemia in adults. Annales d'Endocrinologie, 81(2-3), pp.110-117.
Fedewa, A. and Rao, S., 2013. Dietary Fructose Intolerance, Fructan Intolerance and FODMAPs. Current Gastroenterology Reports, 16(1).
Riveros, M. J., Parada, A., Pettinelli, P., 2014. Fructose consumption and its health implications: fructose malabsorption and nonalcoholic fatty liver disease. Nutrición Hospitalaria, 29(3), 491-499.