¿Cómo medir y combatir la inflamación crónica?
Salud general

¿Cómo medir y combatir la inflamación crónica?

¿Cómo medir y combatir la inflamación crónica?

Diciembre 3, 2019

En este artículo te ofrecemos una guía práctica para reducir la inflamación crónica.

Tiempo estimado de lectura: 10min

La inflamación: ¿el fuego del sistema inmune?

Cuando pensamos en inflamación, habitualmente lo hacemos bajo su concepción latina original, inflammare: “encender fuego”. El fuego es rojo y caliente, al igual que los signos clásicos de inflamación: dolor, enrojecimiento, calor e hinchazón. La inflamación es un mecanismo de defensa del sistema inmune frente a invasores extraños en nuestros tejidos, tales como virus o bacterias (patógenos), pero además nos ayuda a eliminar células dañadas, moléculas tóxicas y es un mecanismo reparador de lesiones tisulares (e.g. incisión en la piel, quemaduras, infarto) o alteraciones moleculares (e.g. roturas de ADN por radiación).

En la Medicina, la inflamación se subdivide en “aguda” y “crónica” (si dura más de 1 mes), aunque su función evolutiva en los seres vivos normalmente debería ser siempre aguda: la respuesta del sistema inmune frente a patógenos o daño tisular es rápida y tiene como objetivo minimizar la posibilidad de infección o mayor lesión, contribuir a recuperar la homeostasis y resolver el proceso inflamatorio. Sin embargo, la inflamación aguda “descontrolada” puede volverse crónica, ocasionando numerosas enfermedades inflamatorias crónicas, muchas de las cuales se encuentran entre las más frecuentes del mundo occidental.

Con la inflamación, se relacionan directamente enfermedades como:

  • Asma

  • Úlcera péptica crónica

  • Tuberculosis (y otras infecciones)

  • Artritis Reumatoide

  • Hepatitis

  • Periodontitis

  • Colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn

  • Sinusitis

Asimismo, y quizás más interesante desde el punto de vista de la prevención, la inflamación crónica se ha asociado con:

  • Cáncer de varios tipos celulares (riñón, próstata, ovario, hepatocelular, pancreático, colorrectal, pulmón y mesotelioma)

  • Prediabetes y diabetes de tipo 2

  • Arterioesclerosis (la arterioesclerosis es un estado proinflamatorio de bajo grado que conduce a enfermedades cardiovasculares tales como infarto y accidente cerebrovascular)

  • Obesidad (esta enfermedad tiene una relación muy interesante con la inflamación, ya que aparentemente es causa de inflamación crónica pero también parece ser consecuencia de este estado proinflamatorio).

  • Enfermedades neurodegenerativas, deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer.

¿Qué es, en esencia, a nivel bioquímico, la “inflamación”

Definimos la inflamación aguda como la activación de cascadas de señalización moleculares que regulan los mediadores inflamatorios en los tejidos y el reclutamiento de células inflamatorias desde la sangre. Dicho de otro modo, ante un estímulo o una señal (ya sea un patógeno, daño celular o compuesto químico propio o ajeno), la inflamación es el resultado del reconocimiento y activación de vías de señalización (vías NF-κB, MAPK, JAK-STAT) y, por último, liberación de “citoquinas proinflamatorias”, tales como IL-1β, IL-6, TNF-α y otras enzimas y proteínas proinflamatorias.

Diversas células del sistema inmune (macrófagos, monocitos, neutrófilos, plaquetas, etc.) acuden al sitio marcado por citoquinas como “proinflamatorio” para auxiliar en la resolución y reparación del daño.

Para evitar que la inflamación “aguda” se convierta en “crónica”, sostenida a lo largo del tiempo, la respuesta inflamatoria debe ser suprimida cuando el daño haya sido reparado. Los gradientes de citoquinas deberían diluirse a lo largo del tiempo, con cese de reclutamiento de células inmunes y muerte celular de la zona dañada (apoptosis), reciclaje y eliminación de las células inmunes infiltradas en los tejidos.

Cuando la respuesta inflamatoria no logra eliminar la lesión tisular, la inflamación persiste: y, por desgracia, no solamente los patógenos externos son capaces de iniciar y mantener la inflamación. Procesos originalmente fisiológicos, pero descontrolados o desregulados, tales como la hiperglucemia (“azúcar en sangre elevado”) o exceso de ácidos grasos (obesidad y, sobre todo, tejido adiposo visceral), además de, por supuesto, el alcohol o tabaco, pueden favorecer un estado pro-inflamatorio latente de bajo nivel en todo el organismo, que, como hemos mencionado, está asociado a enfermedades como la arterioesclerosis, diabetes de tipo 2, cáncer y, por otro lado, acumulación de residuos y envejecimiento celular prematuro.

¿Es posible medir la inflamación en un análisis de sangre?

Afortunadamente, la ciencia médica ha avanzado de forma considerable en las últimas décadas, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de las enfermedades inflamatorias. Existen numerosos marcadores específicos para diagnosticar y evaluar la respuesta al tratamiento farmacológico: algunos son casi exclusivos de una sola enfermedad, como el factor reumatoide o anticuerpos antipéptidos cíclicos citrulinados en la artirtis reumatoide, mientras que otros son más generales e inespecíficos indicando solamente, “a grandes rasgos”, la presencia o ausencia de inflamación en el cuerpo.

Son estos en los que nos centraremos a continuación, dado que pueden ofrecer una información muy valiosa que nos podría ayudar a tomar decisiones terapéuticas o de estilo de vida saludable si observamos alteraciones en los resultados.

El mejor test clínico para confirmar inflamación crónica es la electroforesis de proteínas del suero, que mostraría hipoalbuminemia (albúmina baja) con aumento policlonal de todas las gamma-globulinas (“gammopatía policlonal”).

Es posible detectar las propias citoquinas proinflamatorias, tales como factor-alfa (TNF-α), interleucina-1 beta (IL-1beta), interleucina-6 (IL-6) e interleucina-8 (IL-8). La dificultad para evaluar las citoquinas radica en que sus rangos no están estandarizados, y la medición puede resultar cara, de modo que se reservan para confirmación de sospecha diagnóstica previa.

Por último, encontramos dos marcadores relativamente accesibles que indican inflamación sistémica: la PCR (Proteína C Reactiva, y que no hay que confundir con la técnica de amplificación genética, con las mismas siglas, usada por ejemplo para detectar el SARS-CoV-2), fibrinógeno y la velocidad de sedimentación globular (VSG).

  • Niveles elevados de hsPCR indicarían “inflamación”, pero no permiten diferenciar entre inflamación crónica y aguda, dado que también se elevan tras infecciones o lesiones recientes. Los niveles séricos normales de hsCRP son menores de 0.55 mg/L en hombres y menores de 1.0 mg/L en mujeres. En el caso del fibrinógeno, el rango normal debe estar entre 200 a 300 mg/dl**.

La PCR (que nada tiene que ver con la técnica usada para detectar material genético, usada por ejemplo para el SARS-CoV-2) es una proteína sintetizada por el hígado que aumenta en casos de inflamación. Puede expresarse en diferentes rangos, y no siempre de forma estandarizada entre diferentes laboratorios. La distinción entre PCR y PCR de alta sensibilidad es que esta última es capaz de detectar más bajos de PCR, pero mide exactamente la misma proteína.

La VSG es un análisis de sangre que mide la velocidad con la que los eritrocitos (glóbulos rojos) se depositan en el fondo de un tubo de ensayo. Normalmente, los eritrocitos deberían depositarse relativamente despacio; un descenso más rápido indicaría la presencia de inflamación en el cuerpo. La VSG es un marcador relativamente inespecífico y poco preciso, cuyos niveles aumentan y disminuyen con más lentitud que la PCR en caso de infección, pero podemos observar niveles aumentados en artritis, vasculitis o enfermedad inflamatoria intestinal (además de infección o cáncer), y debe ser evaluado en conjunto con la PCR si sospechamos de inflamación crónica. Los valores normales de VSG se expresan en milímetros/hora (mm/h) (estos valores pueden variar en función del laboratorio y la técnica utilizada):

Nuestro análisis más completo, Perfil plus incluye dos marcadores generales de inflamación: la velocidad de sedimentación globular (VSG)y la Proteína C reactiva ultrasensible (hsPCR), además de muchos marcadores avanzados de riesgo cardiovascular (ApoA, ApoB, Lp(a), Homocisteína) y de prediabetes (Insulina, Indice de Resistencia a la Insulina).

¿Cómo interpretar nuestros resultados?

En caso de infecciones activas o lesiones tisulares graves, los niveles de PCR habitualmente estarán muy aumentados (por encima de 10 mg/dL). En este caso el diagnóstico debe ser médico, considerando todos los demás signos y síntomas, con una detallada historia clínica y exploración física, además de posibles pruebas adicionales, y está fuera del alcance de este artículo.

Sin embargo, niveles entre 0.3 mg/dL y 1 mg/dL se consideran “ligeramente elevados” y se observan frecuentemente en casos de diabetes de tipo 2, hipertensión, periodontitis, estilo de vida sedentario, fumadores y muchos otros procesos no-inflamatorios. En general, solamente niveles superiores a 1mg/dL son indicativos de inflamación o infección significativa. Las infecciones víricas también pueden elevar la PCR, pero habitualmente no hasta niveles tan significativos como otras patologías infecciosas.

Los niveles de hsPCR puede utilizarse también para estratificar el riesgo coronario:

  • < 1 mg/dL se consideran de bajo riesgo arterioesclerótico

  • Entre 1 mg/dL y 3 mg/dL de riesgo moderado

  • Mayores de 3 mg/dL de alto riesgo para desarrollo de enfermedad cardiovascular.

Es importante destacar que algunos medicamentos, especialmente las estatinas (e.g. atorvastatina) y los antiinflamatorios (e.g. ibuprofeno), disminuyen falsamente los niveles de PCR. Los niveles también pueden bajar si tomas metformina (uno de los antidiabéticos orales más comunes), corticoesteroides o suplementos dietéticos específicos como aceite de pescado, ácido lipoico, jengibre, curcumina, cannabis (y derivados), hisopo y Harpagophytum procumbens (harpagófito), entre otros.

Asimismo, debe tenerse en cuenta que lesiones o enfermedades recientes pueden elevar falsamente los niveles, especialmente si se utiliza la hsPCR para estratificar riesgo coronario. La suplementación con magnesio puede disminuir los niveles de PCR.

Clínicamente, los médicos utilizan la PCR para diferenciar entre inflamación crónica e infección aguda, especialmente en casos de elevación abrupta y significativa. Sin embargo, niveles entre 1 mg/dL a 10 mg/dL son difíciles de interpretar, especialmente si no se acompañan de sintomatología, ya que patologías como la artritis reumatoide o lupus producen elevaciones persistentes. Niveles superiores a 10mg/dL se asocian con una infección en un 80% de los casos, mientras que resultados por encima de “1 mg/dL” se consideran “sugerentes” (aunque no determinantes) de “inflamación clínicamente significativa”.

¿Y en la práctica?

Desde Melio, consideramos que para incrementar nuestra longevidad y bienestar debemos establecernos objetivos claros, y tratar de disminuir la inflamación mediante intervenciones de estilo de vida y nutrición. Si nuestros niveles de PCR están elevados por encima de 1mg/dL en ausencia de infección activa y/o enfermedades autoinmunes o inflamatorias clásicas (como artritis reumatoide, asma crónico o enfermedad de Chron), quizás sea oportuno explorar si la causa no podría radicar en nuestros hábitos de vida, y actuar sobre estos antes de recurrir a farmacología, a menos que esté indicada por tu propio médico.

Lo primero que tenemos que hacer es tomar una medición basal de la inflamación presente en nuestro cuerpo. Esta medición, en condiciones normales, debería realizarse en un periodo durante el cual no hemos sufrido ninguna enfermedad infecciosa que pudiese alterar los resultados (o, a ser posible, ninguna otra patología en general).

Si sufrimos de síndrome metabólico u obesidad (el IMC se ha correlacionando con la cantidad de citoquinas proinflamatorias, así como en la obesidad visceral), somos fumadores, seguimos una dieta “sub-óptima” (rica en grasas saturadas, ácidos grasos trans o carbohidratos refinados), experimentamos frecuentemente desórdenes del sueño (insomnio), desregulación de ritmos circadianos o estrés (tanto físico como emocional), deberíamos comprobar nuestros niveles de inflamación, por ejemplo con un Perfil plus, ya que se trata de factores de riesgo de inflamación crónica.

¿Ya conoces tus niveles “basales” de inflamación mediante PCR? ¿Son superiores o inferiores a 1mg/dL?

  • En caso de ser superiores a 10mg/dL, debes consultar con tu médico para investigar otras causas de inflamación, además de descartar infecciones bacterianas o víricas agudas.

  • Si están entre 1 y 10mg/dL, tú y tu médico debéis valorar los resultados en conjunto, teniendo en cuenta la posible presencia de otras enfermedades concomitantes (diabetes descontrolada, artritis y otras enfermedades articulares, alergias, etc.) para hacer un diagnóstico diferencial. Dado que cifras en este rango son clínicamente relevantes para el riesgo arterioesclerótico, la vigilancia podría resultar prudente. Por debajo de 1mg/dL, o alrededor de esta cifra, es donde tendremos mayor margen para actuar. Como hemos comentado anteriormente, niveles entre 0.3 mg/dL y 1 mg/dL se observan en diabetes, hipertensión, periodontitis, fumadores y estilo de vida sedentario.

Nuestro objetivo será introducir cambios en el estilo de vida y nutrición para alcanzar niveles de PCR indetectables (la precisión del test puede variar entre laboratorios, pero, si acudes siempre al mismo centro, los resultados deberían ser comparables, con un coeficiente de variación bajo).

Sin embargo, desde Melio no nos conformamos con ofrecer el consejo genérico de “perder peso y comer más sano”. A continuación, te ofrecemos intervenciones específicas (algunas pueden ser adecuadas para ti, otras no: puedes elegir libremente entre ellas de acuerdo a tu estilo de vida y preferencias personales).

Perder peso es la forma más efectiva de reducir la inflamación de bajo grado: se trata, asimismo, de la recomendación más genérica que podemos hacer. La pérdida de peso es un proceso relativamente lento e implica numerosos cambios en nuestro estilo de vida, actividad física y, en primer lugar, nutrición. Perder peso equivale a crear un déficit calórico, o restricción calórica. Sin embargo, la forma de alcanzar este déficit calórico puede ser muy variopinta: déficit constante moderado (por ejemplo, “300 kcal” al día por debajo de nuestro gasto calórico, ya sea mediante reducción de ingesta o aumento de actividad); o mediante la práctica de ayuno intermitente alternante, con algunos días con un déficit calórico mayor (por ejemplo, “2 días de 1000 kcal de déficit”, “5 días de ingesta normal”). Si te das cuenta, "300x7 = 2100 kcal", y “1000x2 = 2000 kcal”. La pérdida de peso semanal (haciendo malabares matemáticos, aproximadamente 250g de “tejido adiposo”) es la misma, pero las repercusiones metabólicas a largo plazo (hormonas que incrementan el apetito, disminución de tasa metabólica basal) son aparentemente mayores en restricción constante, en comparación con “picos” de déficit calórico (ayuno intermitente). ¡Si practicas ayuno 16:8 diario (16h de ayuno, 8h de alimentación), pero consumes tus calorías de mantenimiento, no perderás peso! Tenlo en cuenta cuando diseñes tu protocolo de pérdida de peso y ajusta las calorías para estar en déficit calórico, incluso si practicas ayuno intermitente diario.

Pero… ¿a qué se traduce todo esto en la práctica? Existen numerosos procedimientos para perder peso, pero, termodinámicamente, siempre se traducen en “restricción calórica” (¡ojo a las repercusiones metabólicas, que pueden ser muy diferentes!).

La forma más simple de empezar, sin embargo, quizás sea crear un déficit calórico en tu dieta actual (“comer menos”, como suele decirse), o incrementar tu actividad física (“moverte más”). Esto es un consejo nebuloso, impreciso, casi inservible. Lo que realmente necesitas son dos datos: tu gasto energético diario aproximado (puedes usar una calculadora para “TDEE” (total daily energy expenditure), que podrás encontrar en internet) y tu peso actual. Nada más. Si tu peso se ha mantenido estable en los últimos meses, y la cifra proporcionada por la calculadora es equivalente a tu ingesta diaria (¡aproximadamente!), ya tienes tu “gasto calórico diario”. Ahora puedes reducir algún capricho dietético durante la semana o aumentar un poco tu ejercicio para alcanzar el déficit calórico de tu preferencia.

¿Es necesaria la pérdida de peso durante el ayuno intermitente?

En lo referente a la inflamación, los estudios clínicos son ligeramente contradictorios: encontramos ejemplos de disminución de marcadores de inflamación en ensayos clínicos evaluando “dietas imitadoras de ayuno” (fasting mimicking diets), pero asimismo ausencia de cambios significativos para hs-CRP, TNF-α e IL-6, en otros. El estrés oxidativo celular, por el contrario, sí parece reducirse incluso sin pérdida de peso (déficit calórico) simultáneo.

¿Y si mi peso es adecuado, o no quiero perder peso, pero aun así sufro de inflamación crónica?

  • Implementa una rutina de ejercicio de fuerza-musculación y/o entrenamiento cardiovascular. El ejercicio físico regular no solamente ayuda a controlar y mantener un peso óptimo: produce una clara disminución de marcadores inflamatorios, ayuda a construir masa muscular y disminuye tu riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares (¡entre otras muchas cosas buenas, por supuesto!).

  • Aumenta tu ingesta de alimentos con propiedades antinflamatorias (más sobre estos abajo) y reduce tu ingesta de azúcares simples, carbohidratos refinados, alimentos con alto índice glucémico, ácidos grasos trans e hidrogenados. Consume alimentos naturales, no empaquetados, con muchas (¡muchas!) verduras y pescado azul, como el salmón. ¿Ejemplos? Los arándanos, coles de Bruselas y col, espinacas, brócoli y coliflor son ricos en antioxidantes y polifenoles.

  • Reduce, en la medida de lo posible, la toma de antibióticos (¡si están prescritos por tu médico, es importante completar el tratamiento!, sigue siempre las indicaciones de tu médico), antiácidos y antinflamatorios no esteroideos (e.g. ibuprofeno) por su efecto deletéreo sobre la flora intestinal, que puede dañar la pared intestinal y aumentar la inflamación crónica (“leaky-gut” o “intestino permeable”).

  • Duerme más, duerme mejor. Un sueño reparador (por lo menos 7-8h) ayuda a mantener niveles hormonales óptimos para reparación de tejidos. Cuida tu higiene de sueño (seamos francos, sabemos que es difícil limitar el uso de pantallas antes de dormir: prueba utilizar filtros de luz azul para reducir su impacto).

  • La ingesta de fibra soluble e insoluble se asocia con disminución de IL-6 y TNF-α en ensayos clínicos (¿ya hemos mencionado que es bueno tomar verduras?). Si quieres ahorrar tiempo y esfuerzo, ¿qué te parece sustituir los acompañamientos habituales de carne/pescado (pan, pasta, arroz) por una gran porción de verduras a la plancha? Dale una oportunidad a este pequeño cambio y probablemente observes además una mejora en tu peso, debido a reducción calórica inconsciente.

¿Qué alimentos específicos pueden ayudarte a combatir la inflamación?

Los polifenoles del té verde y negro están asociados con una reducción de PCR. La curcumina produce mejoras significativas en modelos animales de enfermedades inflamatorias. Una mayor ingesta de ácidos grasos omega-3 (aceite de pescado) se asocia con niveles más bajos de TNF-α, PCR e IL-6. La ingesta y suplementación de magnesio se asocia con una disminución significativa de hsCPCR, IL-6 y TNF-α.

La vitamina D actúa suprimiendo indirectamente mediadores inflamatorios, como las prostaglandinas y el NF-κB.

La vitamina E, el zinc y el selenio funcionan como antioxidantes en el cuerpo.

"Si sufres de inflamación crónica, lo mejor es centrarse en los grandes grupos de cambios conductuales: mejorar tu dieta y hacer ejercicio de forma correcta y estratégica (no necesariamente dedicar más tiempo, sino entrenar de forma más eficiente)."

Asumiendo que has abordado y solucionado estos “grandes” causantes de inflamación: ¿qué más puedes hacer para optimizar la capacidad antinflamatoria de tu cuerpo? El estrés oxidativo y la inflamación son inversamente proporcionales a la longevidad (más enfermedades crónicas, menor calidad de vida en la vejez), de modo que cualquier paso extra que puedas dar para reducir la inflamación crónica es bienvenido.

Clínicamente, el uso regular de suplementos de glucosamina, condroitina y aceite de pescado (DHEA* se han asociado con disminución significativa de hsPCR. La suplementación de vitamina C puede ayudar a reducir la inflamación y proteger contra el riesgo cardiovascular asociado. Considera el consumo o los suplementos derivados de frijol mungo y lignanos de sésamo. Como ya hemos mencionado, los curcuminoides y el magnesio también reducen la PCR, pero es importante buscar preparaciones y suplementos biodisponibles. El resveratrol, como suplemento concentrado más bien (no realmente la pequeña cantidad que encontramos en el vino) es un antinflamatorio excelente, que reduce significativamente el TNF-α y hs-CRP. La lista de antioxidantes y suplementos antiinflamatorios es larga, y su efecto en ensayos clínicos es variable y heterogéneo. ¡Con una dieta equilibrada y completa, el uso excesivo de antioxidantes incluso podría tener efectos no deseados! Si consideras el uso de algún nutriente antinflamatorio en particular, consulta bibliografía científica al respecto para asegurarte de que va a proporcionarte los beneficios deseados*

*Infórmate con tu médico antes de comenzar el uso de suplementos.

¿Ya has introducido alguno de estos cambios nutricionales en tu vida?

Comprueba su efecto tras un tiempo prudente (uno o dos meses, o una vez puedas medir objetivamente, por ejemplo, un cambio en tu peso), repitiendo tu Perfil plus. Si has combinado varias estrategias para reducir tu inflamación, es probable que el efecto sea combinado y más rápido. La ausencia de marcadores inflamatorios en tu análisis puede darte seguridad de que estás tomando los pasos adecuados, pero los verdaderos beneficios los percibirás en tu nivel de energía, vitalidad y bienestar. ¡Elige tu estrategia antinflamatoria de preferencia y comienza a reducir tu nivel de inflamación hoy mismo!

Autor: Tomás Duraj

Referencias

  • Los enlaces dirigidos a páginas web pueden no estar disponibles por causas ajenas: agradeceremos que nos informe si cualquier referencia no está disponible para subsanar la situación.

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